“La bandera blanca y verde / vuelve, tras siglos de guerra, / a decir paz y esperanza, / bajo el sol de nuestra tierra...”. Muchos andaluces habrán escuchado hoy este himno, algunos llevándose la mano al corazón y mirando al infinito, tal vez por verdadero sentimiento o porque sobreactúan más que Raúl con el himno de España (en aquellos tiempos en los que jugaba con la selección), otros lo habrán oído sin sentir nada especial y algunos más, como es mi caso, no habrán tenido la ocasión de oírlo en suelo andaluz. Como los andaluces no tenemos un sentimiento nacionalista o independentista muy arraigado (aunque algunos los hay que sí, quizás tratándose de engañar a sí mismos o de autoconvencerse de lo que no es), miramos a nuestra tierra con cariño, pero no con el patriotismo con el que lo pueden hacer los catalanes o los vascos con la suya. El andalucismo es mucho más limpio en líneas generales, más romántico en su concepción y con un sentido mucho más sencillo (como la mayoría de su gente). Pero, tristemente, el andaluz es demasiado conformista, poco luchador (salvo cuando la soga llega a apretar demasiado). Muy lejanas suenan ya esas arengas de don Blas Infante: “Andaluces levantaos, pedid tierra y libertad”. Hoy no. Hoy pocos se levantan, salvo para ir a trabajar o para cobrar el paro. Y no es que el andaluz no se levante porque sea vago (tópico harto extendido por cierto, pero que yo, que he conocido a gente de diversos puntos de España, puedo corroborar que no se corresponde con la realidad), sino porque es un conformista que no lucha por lo que es suyo, por lo que le corresponde. Ese “ya lo haré mañana…” se convierte en nuestra mayor perdición.
Con motivo del día de Andalucía no me puedo resistir a poner aquí y ahora un pasodoble carnaval que un servidor escribió en su día para la Chirigota Virtual 2007 (las pin-pollas), y que se encuentra en el disco de la agrupación. La letra versa, obviamente, sobre esa pequeña región en la que se vive y se siente de forma diferente, ese paraíso para muchos cuya frontera geográfica es el puerto de Despeñaperros. Pero no se trata de un pasodoble piropo, resaltando lo bonita que es esta tierra y lo sencilla que es su gente, sino que es una crítica a los gobernantes andaluces, a la actitud del pueblo y a los eternos benefactores de esta situación: nobles y terratenientes. La letra está enfocada desde el punto de vista de los obreros que luchan y no reciben nada a cambio, centrada en el caso concreto de los astilleros de Cádiz, que pelean para exigir trabajo cortando continuamente el puente Carranza, ante la desesperación de su situación laboral. Y mientras tanto, la Junta de Andalucía tiene la desfachatez de nombrar hija predilecta de esta tierra a la mayor y peor terrateniente que tenemos la desgracia de sufrir: la duquesa de Alba. Y todo ello sin que al señor Chávez, que se hace llamar socialista y que parece que tenga un cargo vitalicio (ese comentario tan afortunado se lo hizo un ciudadano en el programa ‘tengo una pregunta para usted’), se le caiga la cara de vergüenza. Por todo esto creo que la fecha en que nos encontramos bien se merece este pasodoble. Espero que sea de vuestro agrado.
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