Año 2026. Victoria Esperanza se levanta más tarde que de costumbre porque es sábado y no tiene que ir al instituto. Ha quedado para ir de compras con una amiga y se para en un escaparate porque ha encontrado un vestido que le gusta mucho. Se lo prueba y le encanta. Ella lo quiere en blanco, pero sólo lo hay de color azul o rojo, así que se queda con las ganas porque no le gusta como le sientan esos dos colores. Como ya es hora de comer, entran en un restaurante. A Victoria Esperanza le apetece de beber un refresco de cola, pero sólo lo hay de naranja o de limón, así que se conforma con el de limón que es el que le gusta algo más. Para comer ha pedido un filete, pero se lo traen crudo, por lo que pide que se lo cocinen y al rato se lo traen quemado. Ella dice que lo quiere bien hecho, ni crudo ni pasado, pero esa opción no la contempla el restaurante. Para pasar la tarde, a Victoria Esperanza le apetece ver un partido de su equipo. Ella es del Mallorca, porque nació allí aunque ahora vive en un pueblo de Badajoz porque sus padres se trasladaron por motivos laborales. Por más que lo intenta no consigue encontrar ningún lugar donde poder ver ese partido de fútbol, porque en todos los bares ponen o al Madrid o al Barça, pero a su Mallorca no lo echan en ningún sitio. Cansada de tan infructuoso día decide volver a casa. Se tumba en la cama sin hacer nada, mirando el infinito y pensando. Mañana es domingo y hay elecciones. Es la primera vez que Victoria Esperanza siente la llamada de las urnas, pero no sabe qué hacer. A veces se ha planteado no ir a votar porque no le gustan ninguna de las dos únicas opciones que hay: el PSOE o el PP. Ninguno de los dos partidos congenian con sus ideas, pero la gente le dice que vote a uno de los dos, que votar en blanco no sirve de nada, y que ni se le ocurra quedarse en su casa, que es antidemocrático no votar mañana. Extasiada ante ese mar de dudas, ante un panorama tan bipolarizado, se queda dormida y piensa en un mundo en el que no haya sólo dos opciones que elegir, donde no todo sea blanco o negro, sino que haya una gran gama de colores, donde no todo sea o conmigo o contra mí. Victoria Esperanza, a la que bautizaron como la niña de Rajoy, piensa en ese mundo que le pintaron hace muchos años, donde la democracia te permitía la posibilidad de elegir entre varias opciones. Ese mundo que empezó a desaparecer y a precipitarse a la situación actual cuando ella estaba todavía en el vientre materno.
Buenas noches y mucha suerte Victoria Esperanza.